Todos nos hemos parado alguna vez a pensar como sería nuestra vida si hubiéramos tomado otras decisiones o que será de nuestro futuro según la alternativa que escojamos. Este tipo de reflexiones pueden ser incluso beneficiosas si se dan con cierta mesura, ya que nos ayudan a aprender de los errores y a enfocarnos en la dirección que nos gustaría seguir.
Es evidente que la experiencia puede impulsarnos a tomar decisiones acertadas. Un ejemplo de ello podría ser algo tan común como llegar tarde a una reunión y plantearnos “¿Y si hubiese calculado mejor mi tiempo? Probablemente no hubiese llegado tarde”. Este tipo de planteamientos posiblemente favorezcan nuestra organización y puntualidad en futuras reuniones.
Pensar en nuestra experiencia pasada también pueden sernos útiles para reforzar ciertas elecciones decisivas: “¿Y si no me hubiese cambiado de ciudad? Probablemente nunca habría conocido a mi mejor amigo”
Como veis estos razonamientos nos pueden ayudar y nos hacen sentir bien.
¿Y dónde está el problema entonces?
El problema se da cuando la persona proyecta constantemente realidades alternativas que habrían surgido de decisiones diferentes o explora recurrentemente consecuencias futuras de posibles decisiones. Cuando este tipo de procesos cognitivos se hacen muy frecuentes e intrusivos generan malestar y condicionan la toma de decisiones. En psicología llamamos a esta forma de pensar “ Pensamiento Contrafáctico”
El bucle de pensamientos “y si” nos lleva a plantear el pasado o el futuro desde la inseguridad, y a experimentar emociones negativas como la frustración, la culpa y la ansiedad.
Algunos ejemplos de pensamiento contrafáctico son:
En relación al pasado:
- ¿Y si hubiera aceptado esta oferta de trabajo, seguramente..?
- ¿Y si me hubiera ido a estudiar fuera, hoy ..?
- ¿Y si no me hubiese divorciado, mi vida ahora..?
Sobre el futuro:
- ¿Y si le digo que me gusta y me rechaza?.
- ¿Y si le dejo y me quedo sola para siempre..?
- ¿Y si dejo este trabajo que me hace tan infeliz y no encuentro nada nunca..?
En la raíz de este proceso mental encontramos algunas creencias como estas:
- Siempre va a haber decisiones mejores que las que tomamos.
- Nuestras decisiones van a condicionar nuestra vida para siempre.
Y aunque reconocemos que en cierta medida puede ser así, no podemos adoptar esta creencia de una forma rígida. Ya que las decisiones que desembocan en escenarios que no nos gustan nos sitúan en un contexto de aprendizaje, y aunque pueda parecernos que no, tenemos el poder de cambiar nuestro rumbo en cada momento.
Cuando decidimos, lo hacemos en base a los recursos del presente y debemos tener en cuenta que no podemos predecir con seguridad el futuro, son muchas las alternativas y distintos los escenarios finales.
La actitud del presente es mucho más determinante que las elecciones pasadas.
¿Qué hacer para que los “y si” dejen de causarnos malestar?
Estas son algunas de las tareas que llevamos a cabo en consulta para que puedas ganar en seguridad, atreverte a tomar algunas decisiones y te sientas más satisfecho con las elecciones pasadas.
- Identificar estos pensamientos intrusivos.
- Cuestionar creencias negativas.
- Revisar y cuestionar la culpa.
- Trabajar en tus inseguridades.
- Revisar expectativas autoimpuestas.
- Aprender técnicas para traer tu mente al presente.
- Aprender a tolerar la incertidumbre (no tenemos una bola de cristal y no sabemos lo que va a pasar, ni tú ni nadie).
- Aprender a tomar decisiones: Normalmente percibimos como buenas decisiones a largo plazo las elecciones que tienen su base en emociones positivas: Ilusión, alegría, motivación..Y como peores decisiones las elecciones basadas en el miedo..
- Exponerse al escenario temido.
- Aprender técnicas para reducir la ansiedad.
Aunque parezca muy complicado, con un poco de ayuda y esfuerzo conseguirás sentirte más seguro/a.
Si este artículo te ha servido para identificar inseguridades y quieres trabajar en ellas, puedes ponerte en contacto conmigo, ¡estaré encantada de ayudarte!
Deja tu comentario aquí